top of page

Cuando Carolina y  Miguel, los padres de Cristina Arrufat se enteraron de que su novena hija iba a tener Síndrome de Down no les preocupó en absoluto esta condición sino más bien los problemas de salud que pudiera tener, al fin y al cabo es un nuevo hijo, de su propia sangre y su único apoyo.

 

Cris ya tiene casi once años y goza de una salud bastante buena. Vive en Madrid en una familia de diez hermanos. Desde el primer día que entró por casa la alegría no faltaría en esta familia, así nos cuentan ellos mismos. Todos los hermanos mayores sabían de la condición con la que Cris nació, pero una vez Carolina nos contó: “cuando mi hija era pequeña me preguntaba: Mamá, ¿cuándo empezará Cris a tener Síndrome de Down?”. Esa pregunta le hizo comprender que sus hijos no la veían de ninguna forma extraña como esperaban por nacer con síndrome de Down.

 

Más adelante, Cris fue creciendo y descubrieron que realmente era una niña normal, con mayores dificultades para aprender pero por lo demás no había dudas pues sentía, pensaba y actuaba como tal, así que pronto fue inevitable que se convirtiera en otro más, sin recibir ningún trato muy especial.

“Es verdad que tiene Síndrome de Down y hay que tener paciencia con ella y dedicarle más tiempo pero sigue siendo una niña y si se porta mal o fastidia no se libra de una pelea o un castigo. 

En una casa en la que convivimos los diez hermanos desde Montse que tiene seis años hasta Laura de veintitrés, más Ana la cuidadora y mis padres, uno aprende a espabilar muy rápido y procura hacer las cosas por sí mismo, así que Cris también tuvo que adaptarse, eso sí, a su ritmo. Evidentemente todos la ayudamos pero no en exceso porque está bien que comprenda cómo funciona la familia, de esta manera se íntegra mejor. Al fin y al cabo ella no es tonta, de hecho es más lista de lo que parece.

 

En cuanto a la comunicación con ella lo llevan muy bien pero es algo que requiere paciencia y esfuerzo porque cada uno tiene que poner de su parte para aprender su lenguaje de gestos, enseñarla a hablar y a la vez entender su “idioma”.

A veces nos cuesta entendernos con ella porque tiene su propio lenguaje, pero poco a poco lo aprendes, aunque ella a nosotros nos entiende perfectamente, diría más bien que es un problema de pronunciación. Cualquiera que la conoce puede comunicarse con ella, eso sí siempre procuramos que aprenda a hablar como nosotros.

 

Cris estudia en el colegio especial de Madrid, Cambrils. Allí piden mucho nuestra colaboración para que repasemos lo que aprende cada día y avance más rápido en su aprendizaje.”

 

Sus amigos y familiares la describen como alegre, divertida, graciosa, con carácter, charlatana, juguetona y muchas cosas más pero todo el mundo sabe que su mayor afición es sin duda alguna bailar, es lo más le gusta en este mundo. Algún “inconveniente” que trajo consigo este síndrome es la alopecia, quiere decir que en una cierta temporada del año se le cae el pelo y se queda calva, esto es algo que le sucede a un 2% de los niños con síndrome de Down. "Para las personas de fuera resulta muy llamativo, sobre todo porque lo suelen relacionar con algún cáncer, pero entre familia y amigos es algo de lo más normal y aunque procuramos combatir la alopecia, a ella no le preocupa lo más mínimo y no tiene ningún tipo de complejo, mientras no le falte el cariño más grande que le podemos ofrecer será feliz y compartirá su alegría con todos los que se topen en su camino."

CRISTINA ARRUFAT

ConócelosNiños down > Cristina Arrufat

bottom of page